miércoles, 11 de agosto de 2010

El pequeño relámpago que soñaba con acariciar la luna.























Perdido entre nubes y tempestad
no había nada mas que añorará con tal fuerza
como acariciar su pálido rostro.

El estallido de su llanto hacia vibrar
las mas lejanas murallas y teñía de blanco
el cielo nocturno.

Viajaba fugaz intentando alcanzarla
sin éxito cada noche. Pero el pequeño
relámpago no se derrotaba.

Cansado de la tormenta de su corazón
voló a toda velocidad en vertical carrera
estremeciendo cada gota de lluvia a
su alrededor.

Se elevó y se elevó
cada momento la veía acercarse,
emocionado aceleró su potente trayecto,
extendió sus manos para intentar tocarla
pero en ese momento su fuerza empezó
a decaer, y se precipito tan rápido como
había subido.

Caí y caí sin freno, sin esperanza.

Su grito se escuchaba entre las montañas y valles.

Su golpe fue tan fuerte, que el sonido se escuchó
hasta en el fondo del pasivo océano.

Cristalizó sus sueños entre la arena de la soledad,
incrustado sin vida en la eterna tristeza
de un recuerdo que jamas volvería a vivir.

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