lunes, 6 de febrero de 2012
Almas destinadas
Acariciada por las notas de una melodía incomparable,
su cuerpo se entrega al ritmo y su alma se desprende al infinito.
Con cada movimiento la luz se paraliza, dejando una estela hermosa y constante.
La belleza de su pasión me hipnotiza, me llena de manera inexplicable el corazón,
logra que la sienta como propia.
Mientras más baila, mi soledad se inquieta, mientras más se acerca, mi soledad sufre,
pues comprende y ve en mis ojos, el reflejo de un amor esperado,
un amor extrañamente familiar, como si mi alma reconociera algo en el alma
de ella.
Nada más puro que dos vidas en el punto de encuentro de sus caminos, esos caminos
que a partir de ese momento se vuelven uno solo.
La razón no tiene cabida aquí, solo el corazón descifra lo que nuestras
almas hablan, lo que desean y proyectan.
Mi futuro lleva el color de su mirada, mi destino tiene el aroma de su cuerpo,
y mientras más se acerca más real se siente todo.
Cuando los besos tienen sabor a atardecer, es porque esos labios son los correctos.
Cuando la vida toma el color de su voz, es la que tus oídos han esperado escuchar.
El baile que provocas en mi palpitar me llena de emoción, sabes fabricar felicidad
dentro de mi, con una simple caricia, con un simple suspiro.
Son esas ocasiones en que los sueños se llegan a compartir, pues ahora forman
parte de la propia felicidad. Compartir con ella las nubes,
las sensaciones de paz, la respiración y las alegrías, compartir con ella
el sentido de la vida, las risas y las metas.
Descubrir que no hay almas gemelas, pero si almas amantes, almas que
ya se conocían de otros espacios o tiempos, almas destinadas a reencontrarse
en medio del caos y brillar con esperanza, almas destinadas a bailar en
el escenario infinito del amor.
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